1 de setiembre de 2018
Hoy al despertar entre las brumas de los calmantes me ha venido una imagen a la cabeza, una epifanía, pero es tal la bruma que me retiene que no puedo saber si es fiable. Después llegó una enfermera diligente y pragmática que revisó mis constantes y me hizo algunas preguntas cortas y precisas como ladridos. Al irse un olor a almendras amargas se extendió por la habitación y supe que estaba soñando, que ni la habitación, ni la enfermera eran reales, o al menos no eran de este mundo. Más tarde me dormí con todas las cautelas, intentando sembrar mi sueño con balizas que me permitieran regresar.
Ahora espero. Observo detenidamente cada uno de los objetos y personas que aparecen junto a mí e intento discernir qué es sueño y qué es realidad. El papel vibra, se diluye. El bolígrafo se ablanda y serpentea entre mis dedos, se me escapa y caigo, caigo, caigo...
G.M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario