Hace mucho tiempo comenzó a fascinarme
el rastro que dejaron atrás los que ya no están, las personas anónimas,
invisibles, que algún día hablaron, viajaron y sintieron como ahora nosotros y
a las que ya nadie recuerda, pero de las que quedan jirones imperceptibles que demuestran que existieron. Siguiendo esa estela, comencé a
coleccionar viejas postales enviadas desde cualquier parte del mundo, escritas
en cualquier idioma, en cualquier época y, cada vez que compro una, tengo la
vibrante sensación de estar rescatando una vida del olvido, de llevarme conmigo
algo más que un pedazo de cartulina garabateada, quién sabe si un recuerdo
único que viene a enriquecer mi cajón de memorias oxidadas, quién sabe, si
algún nuevo relato de palabras prestadas.
"Postales en el tiempo"
Buchmann, 2011