Va a comenzar un nuevo año, un pedazo artificial de vida que llenamos sin motivo de esperanzas, a pesar de que de nuestro propio esfuerzo dependen la mayoría de las cosas que anhelamos.
Se nos olvida, cada dos de enero, que el deseo de mover montañas hace que, al menos, se conviertan en terrenos expugnables y que, el gusto por vivir, nos hace más sabios y nos deja disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala el tiempo.
En estas horas de reflexión antes de la caída en el olvido del último minuto del año 2010, me detengo un instante para volver a recordar que si aquello que tanto hemos deseado, cuando finalmente lo poseemos, no nos hace felices, tal vez sea porque hemos corrido tras el sueño de otros; y es que a menudo se nos olvida que lo que nos hace pobres no es la carencia, sino la ambición.
¡Feliz 2011 lleno de esperanza y de sueños propios!
Se nos olvida, cada dos de enero, que el deseo de mover montañas hace que, al menos, se conviertan en terrenos expugnables y que, el gusto por vivir, nos hace más sabios y nos deja disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala el tiempo.
En estas horas de reflexión antes de la caída en el olvido del último minuto del año 2010, me detengo un instante para volver a recordar que si aquello que tanto hemos deseado, cuando finalmente lo poseemos, no nos hace felices, tal vez sea porque hemos corrido tras el sueño de otros; y es que a menudo se nos olvida que lo que nos hace pobres no es la carencia, sino la ambición.
¡Feliz 2011 lleno de esperanza y de sueños propios!