17 de agosto de 2018
Todo sigue igual. Mi vida, la política, la decadencia mundial. Agosto se arrastra sin muchas esperanzas hacia el horizonte del otoño. Los publicistas torturan a los niños y a los padres con las campañas de venta de material escolar. Los abuelos temen la llegada del invierno y del frío del que no podrán defenderse encendiendo la calefacción, demasiado costosa para sus exiguas pensiones.
A la sombra de la plaza tomo una cerveza que me redime del presente y del futuro. El sol atraviesa las hojas cansadas arrancándoles el último verdor antes de agostarlas.
Me gustaría detener el tiempo justo aquí, ahora, cuando algo muy parecido a la paz, quizá un esbozo de felicidad, me acaricia sutilmente a pesar de todo.
G.M.
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