Hoy no tengo nada que decir. Nada que decirme. A menudo pienso en la muerte, incluso en el suicido. Juego con la idea del fin, me acuno en la felicidad de la nada, en no tener que afrontar más problemas, en no tener que volver a salir a la calle para comprar lo necesario para sobrevivir, en no tener que levantarme cada mañana para ganarme un pan que cada día me sabe más amargo.
G.M.
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