domingo, 11 de agosto de 2024



Calor. Las persianas bajadas, el silencio sofocante del verano detiene el tiempo en una burbuja irrespirable. La calle arde y yo me remuevo sobre la sábana, suavemente azotada por el aire de un ventilador que rumia lentamente la misma sinfonía. En la radio flota una voz insustancial: contenidos de verano, charlas repetidas que a veces cacarean risas huecas como los aplausos pre grabados de las comedias televisadas. El pensamiento se desliza pesadamente, la pereza se adueña de la mente y de los cuerpos. El cielo palpita.

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