Miro al fondo de tus ojos
-Laguna calma
donde se amansan mis pulsos-
y la vida vuelve a extender sus alas.
El calor de tu piel sabe a silencio,
a paciencia en el hogar,
al hijo que nació de nuestros cuerpos,
a victorias y derrotas compartidas,
a páginas crujientes,
a rostros hilvanados con la luz volátil que impregna tu objetivo.
Somos un bullir de ideas incendiarias,
un equipo que no entrena o compite,
un tándem de dos locos atrevidos
pendientes de un abismo.
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