miércoles, 1 de enero de 2025

Poema 363

 

Se derraman mis muertos, 

alimañas que exigen su tributo. 

En la brasa de sus ojos

palpita la conciencia de haber sido.

Las hojas de su historia caen, otoñales de olvido, 

sobre mi pelo entrecano.

Hambre, represión, silencio, 

cárcel, desmemoria. 

La indiferencia infecta

la tierra de sus bocas.

Descerrajan mis ojos

en la travesía del sueño

y me obligan a mirarlos.

Oculto su derrota

debajo de mi almohada. 

Pero ellos no se van.

Archivo sus escombros depurados.

Ensayo olvidos.

Pero navegan, espumosos, 

en el vítreo de mis ojos, 

Inflexibles, exigentes, decididos.


Imagen: Clemente Bernad

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