Cuba agoniza. Las utopías ordeñan decepciones. Las dictaduras cultivan mártires. Europa fabrica nuevos caudillos. En Mexico riegan la tierra con sangre de mujeres. Los ídolos que nos alumbran son sórdidas copias del absurdo. Masas de turistas disciplinados transitan, sonámbulos, por las calles reseñadas de una villa. No ven nada. No entienden nada pero sonríen mostrando sus dientes alineados y brillantes mientras recitan mantras de guía on line. El sol aplasta el cansancio bien pagado de los bañistas aburridos. La brisa del mar barniza pieles de efebos y bacantes con carnet. Los niños ejercen su derecho al bestialismo bajo las impávidas miradas de sus padres. No se puede pensar. No se debe pensar. Ya llegará el otoño con su crudeza de verdades absolutas y nos arrodillará a todos tras la mascarilla infame de la vergüenza arrepentida. Algunos hacen caja y se frotan las miserias con su suerte. La pandemia asola el planeta. Bajamos la mirada resignados. Cambiamos de cadena. La tierra seguirá girando.
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