jueves, 23 de mayo de 2024

Egotismo delirante




La vehemencia no es un buen rasgo para un presidente. El ansia de protagonismo, la megalomanía, el egotismo delirante, no producen grandes líderes, producen dictadores. A veces, los pueblos exhaustos por el sufrimiento prolongado, se dejan caer en la madriguera de conejo de las ensoñaciones mesiánicas, pero el resultado final de esa debilidad es la represión, la depuración, la mediocridad, la pobreza y el miedo. Son muchos los personajes que se están subiendo a sus tribunas para prometer imposibles, casi siempre buscando - igual que hicieron los fascismos-, enemigos comunes contra los que proyectar todas las frustraciones sociales. Pero la historia nos dice que ningún tirano dio luz y esperanza a su pueblo. Todos ellos pisotearon derechos, vidas y libertades para perpetuarse en el poder. Todos ellos manipularon y retorcieron la verdad para asegurarse la lealtad incondicional de los supervivientes.

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