La campaña de vuelta al colegio llena de recuerdos infantiles mi memoria. Flota un aroma a lápices recién afilados. Los libros nuevos resplandecen en sus fundas. La cartera, limpia y vacía, espera soportar un curso más.
El tiempo, guardián rabioso de los ciclos, lucha por eclipsar las últimas horas de sol y holganza. La tierra ha girado una vez más y ha vuelto a colocarnos en la línea de salida. Los noticieros se recargan de presagios insidiosos. Los “expertos” afilan sus garras necrófilas sobre el futuro inminente.
Septiembre asoma su perfil furtivo entre los últimos rumores del descanso. Se acaba la fiesta. Regresa el peso plomizo de una realidad insostenible que parecía haberse hecho más ligera y soportable en estos días.
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