No llueve. Un sol primaveral relame España. La tierra agrietada pulveriza la esperanza. Las terrazas cosechan turistas sonrientes.
No llueve. Los pantanos se desangran. La primavera corre sobre nidos de cigüeñas despistadas. Las mañanas heladoras se desnudan en noches templadas que invitan al paseo y alejan el miedo a la sequía. Ya no queremos sufrir más. No queremos pensar más.
No llueve. Abro el grifo solo un poco. Abrevio los programas de la lavadora. Cronometro mis duchas. El cielo ya no llora su bálsamo de vida.
No llueve. La contaminación sobre Madrid es una boina dorada que envenena en silencio y filtra atardeceres ruborosos cargados de presagios.
No llueve. Mañana el sol saldrá sobre la tierra desarmada y jugará con nuestro ego a calmar esta ansiedad de mascarillas, contagios, confinamientos y muerte.
No llueve.
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