miércoles, 6 de agosto de 2014

El problema de Israel.




Israel sigue dejando caer su lluvia de fuego sobre Palestina. Día tras día el número de muertos aumenta irresponsablemente arrastrando tras de sí una larga lista de niños aterrorizados, mutilados y traumatizados que serán el caldo de cultivo del que surgirán, forzadas por la miseria y la ignorancia, las nuevas generaciones de fanáticos que decidirán morir por la libertad de su tierra y por su Dios.

Y, entre tanto, el lector de diarios del mundo en calma ya casi ha olvidado que, si no recuerda mal, esta ofensiva comenzó como respuesta a los asesinatos de tres adolescentes hebreos que resultó que no habían sido cometidos por palestinos radicales. Pero tal vez las cosas ya habían llegado demasiado lejos como para poder rectificar y ahora, la servil dependencia económica y geoestratégica de las democracias occidentales (los ojos de un aliado en esa zona pueden servir para controlar a un enemigo generalmente imprevisible y profusamente dividido) obligaba a lanzar tibias reprobaciones desde una Europa en decadencia y desde una Norteamérica demasiado comprometida por sus negocios con Israel.

Sin embargo el pueblo hebreo, que ha experimentado en carne propia que la única manera de lograr que todo su país apoye un exterminio es transmitir a sus ciudadanos que el enemigo es un ser inferior, una bestia que sobrevive, cueste lo que cueste, hacinado entre la suciedad y azotada por el fanatismo, continúa su ofensiva aplastante y su campaña mediática, enarbolando la bandera de la justicia y sacralizado por la mano del único Dios verdadero, frente a los "terroristas bárbaros que quieren robarles la patria".

Pero ¿Qué deberíamos hacer nosotros que observamos, desde la calidez de nuestros salones, cómo avanza la locura que llena de cadáveres de niños nuestros telediarios y que convierte, de nuevo, las tensiones de Oriente Próximo en un polvorín que nos podría estallar en la cara? Tal vez tendríamos que reflexionar un poco sobre cómo llegó a existir Israel como país para conocer el origen de esta furia homicida que enfrenta a dos pueblos mucho más emparentados entre sí de lo que ellos mismos estarían dispuestos a admitir.

Algunos datos históricos:

Durante la Primera Guerra Mundial los británicos logran arrancar a los Otomanos el poder sobre el Próximo Oriente.

En 1916 se firma el acuerdo Sykes-Picot sobre la reparación de la Turquía asiática entre Francia e Inglaterra; Inglaterra se reserva Palestina e Irak; Francia Siria y Líbano. Este acuerdo contradice las promesas inglesas hechas tanto a árabes como a judíos.

A partir de 1933 la presión migratoria judía aumenta constantemente. En 1939 un tercio de la población en la zona y el 12 % del territorio están en manos judías. Aumenta la oposición árabe, económicamente atrasada y políticamente dividida.

Entre 1936 y 1939 se desarrolla una guerra civil en la que la administración británica apoya, alternativamente, a los partisanos árabes y al Haganah judío.

En 1937 se presenta el plan PEEL de partición, rechazado tanto por los árabes como por los judíos.

En 1939 el gobierno británico presenta el Libro Blanco en el que se dan concesiones a los árabes: se limitan las migraciones judías y las adquisiciones de tierras y se toman medidas contra el terrorismo contra la población árabe.

En 1942 una brigada de voluntarios judíos lucha en la Segunda Guerra Mundial en las filas del ejército británico. Pero tras la guerra Inglaterra continúa con su política de bloqueo del transporte clandestino de inmigrantes judíos y de protección a los árabes expuesta en el Libro Blanco. Se producen repatriaciones forzosas de judíos y se abrieron campos de concentración para la inmigración irregular en Chipre. Como consecuencia surgen el terrorismo judío y el contraterrorismo árabe.

En 1946 una comisión angloamericana presiona para que se abran las fronteras a 100.000 inmigrantes judíos. Desde Inglaterra se intenta solucionar el problema en la conferencia sobre Palestina celebrada en Londres, donde la Liga Árabe, decidida a entrar en guerra, somete el problema a la ONU.

En 1947 el Comité Especial de la ONU recomienda la división de Palestiana, aprobada por la Asamblea General de la ONU y por la Agencia Judía, pero rechazada por los árabes y un “ejército de liberación” de la Liga Árabe ocupa Galilea y ataca la ciudad antigua de Jerusalén.

En 1948 Gran Bretaña renuncia a su mandato sobre Palestina y retira sus tropas y funcionarios precipitando la anarquía en la zona.

El 14 de mayo de 1948 se proclama el Estado de Israel por el Consejo Nacional Judío.

La historia de terrorismos y contraterrorismos, de ataques, masacres e injusticias, desafortunadamente, llega hasta el día de hoy. Es recomendable que, al menos, los espectadores pasivos de esta larga tragedia sepamos cómo comenzó todo para poder entender qué es lo que estamos viendo.

Fuente resumida: Atlas histórico mundial (Editorial Istmo).

Pie de fotos: Los niños son todos iguales. En estas fotos se ve un niño israelí aterrorizado, en la otra dos niños palestinos muertos. ¿Alguna de esas vidas vale más que la otra?

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