El mundo árabe se estremece y su escalofrío atraviesa fronteras y conmueve gobiernos que están a muchos kilómetros, mientras nosotros continuamos con nuestras vidas, preocupados de pagar la hipoteca o de comprar una pizza, sin pensar que, quizá, esta sea la siguiente sacudida que cambie el orden del mundo conocido.
No puedo saber, obviamente, quienes han encendido estas nuevas revoluciones, pero me pregunto si, quizá, no lograrán exactamente el resultado opuesto al que esperan.
En cualquier caso preocupa y mucho un giro radical en un lugar tan sensible geoestratégicamente como Egipto: tan cercano a la zona de conflicto de oriente próximo siendo, además, uno de los pocos países de “corte laico” que aún quedan en la zona.
Preocupa también, aunque de otra manera, que el tesoro cultura que conserva el país pueda verse expoliado como ocurrió en Iraq, porque ese legado era su mayor fuente de riqueza y la pérdida económica que va a suponer este levantamiento al perder toda la industria turística (al menos durante una larga temporada) puede hacer que arraiguen nuevos radicalismos.
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