miércoles, 3 de enero de 2018

Alcorque


- Dame una palabra, abuelo, tú que siempre tienes viejas y polvorientas reliquias guardadas en el aparador.
- Alcorque.
- Suena a tierra y a agua y a acequia.
- Sí.
- Y a plantas bien cuidadas.
- Tal vez.
- Y a paseos de domingo de la mano de mi padre, y a huerta pequeña, urbana, en el centro de la plaza, y a café caliente en el otoño, cuando crecen las calabazas incendiarias y se acortan los días para que comiencen las largas noches del invierno.
- Sí, a todo eso suena. Pero también a flores de primavera y a recuerdos de mi infancia, cuando el tiempo era más calmo y transcurría sin fisuras hacia el infinito y la gente no decía las palabras que se ponen de moda aunque no las comprenda.

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