Edward Hopper "Verano 1943"
“No”, grité, y sus pupilas se desplegaron
como uñas clavándose en mis ojos. Se le reventaron las venas de la calma y
vomitó palabras despiadadas que estrangularon mi garganta. Podría haberme sentido
pequeña, humillada, reducida al tamaño de una molécula de polvo orbitando alrededor
de su ego, pero repetí la enorme, redonda, gran palabra: “No”, y él comenzó a
encoger y a ablandarse como una masa insípida hasta sucumbir anegado por el
llanto de sus cuencas vacías.
Perteneciente a la colección "Pequeñeces"
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