martes, 3 de septiembre de 2024



Vemos las cosas como son, pero no como fueron. Admiramos los edificios antiguos, restaurados, ocupados por una nueva burguesía especulativa y pujante, pero lo desconocemos todo sobre su tiempo y sobre las vidas de quienes los habitaron entonces. Admiramos la muralla romana sin pensar en las ofensivas que contuvo. Admiramos los burgos medievales sin imaginar la mugre, las enfermedades y el sometimiento en los que vivieron  sus ciudadanos. Admiramos la Revolución Francesa sin comprender que fue el estallido del hambre lo que la provocó y sin recordar la riada de muertes, luchas y conflictos que la sucedieron. Practicamos una admiración pasiva e ignorante que solo sabe mirar desde el presente sin conocer la realidad exacta del pasado y, del mismo modo, nos juzgarán desde el futuro sin comprender por qué no se tomaron las medidas para frenar la contaminación, el cambio climático, las hambrunas masivas o la represión de la migración climática. Aunque, a decir verdad, desde el presente tampoco somos capaces de entenderlo.

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