domingo, 8 de junio de 2014

La segunda caída de Venecia



Paloma Ulloa


Hace mucho tiempo que Venecia se descompone y se despuebla permitiendo que su tejido social se descomponga y abandonando a su suerte a los pocos venecianos humildes que aún la habitan, pero el golpe de la maldita corrupción que vuelve a poner a la ciudad más hermosa del mundo en los periódicos de todo el orbe, parece el tiro de gracia a la víctima agonizante.

Bajo las ambiciones personales decae, definitivamente, la historia de una ciudad única, una de las pocas en el Mundo que, desde sus inicios, tuvo un sistema férreo de control contra la corrupción de sus Dogos electos y que hacía caer en desgracia tanto a los ladrones del Estado como a sus familias y descendientes.

Tal vez, si mirásemos más hacia el pasado, si no fuésemos tan ignorantes de nuestros orígenes, habríamos sido capaces de evitar esta oleada corrosiva de corrupción que se está llevando por delante a todo el Mediterráneo, el mismo Mediterráneo responsable de una gran parte del sustrato cultural de occidente, el mismo que dio a luz el Derecho, la democracia, la filosofía, el arte (tal y como hoy lo conocemos) y la historia. El mismo que fue, durante muchos siglos, el único faro que iluminó el mundo conocido.

Que el enésimo caso de corrupción europea que ha saltado a los periódicos proceda, precisamente de Venecia, hará que la impresión de infierno sobre la Tierra que comienza a desprender la vieja cuenca mediterránea, se expanda por el resto del Mundo consolidando la decadencia definitiva de las viejas formas de vida.

No estoy segura de hacia dónde  se dirige nuestro mundo perversamente globalizado, pero lo que sí se es que unos pocos, muy pocos, un grupo reducidísimo de oligarcas anónimos, será el único beneficiario de esta guerra en la que, sin darnos cuenta, estamos perdiendo todos.

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