En
los límites incendiados del crepúsculo, la esperaza del próximo verano brota sobre las huesudas ramas del invierno que se olvida; y el tiempo, gota a gota,
arrastra nuestra existencia hacia el vertiginoso futuro, devorándonos sin
piedad en la tediosa demora hasta alcanzar el próximo destino.
La
vida nunca espera, no necesita el concurso de nuestra voluntad para agotarse y
se precipita jubilosa en la catarata implacable hacia la muerte sin siquiera
volverse un instante para confirmar que seguimos atrapados en su estela
incandescente, marionetas inermes, incapaces de construir nuestro camino.
La
tarde se desliza cálida y hermosa y me trae a la mente otras voces, otros
libros, otros sueños que quedaron titilando sobre las primaveras precedentes
sin llegar a dar su fruto.
Paloma Ulloa
Paloma Ulloa
1 comentario:
Precioso y temible...
Empar
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