Joaquín Sorolla
Ayer me miré en los profundos ojos de mi hijo
y supe que estaba contemplando el infinito.
Escuché el eco ligero de su risa
y me sentí inmortal.
Abracé su pequeño cuerpo perfumado
y tuve el poder de los gigantes.
Acaricié su pelo
y cabalqué mis tormentas.
1 comentario:
¡Cómo me gusta! Susana
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