La mujer y la muerte.- Kathe KöllwitzHoy he sentido la pasión dolorosa de una mujer inquebrantable, de una artista que se dejó atravesar por el dolor y la injusticia para retratar mejor el terrible mundo proletario de los albores del siglo XX.
En su obra las mujeres, y muy en particular las madres, son heroínas anónimas y miserables que se revuelve contra la muerte, alejándola de sus hijos. La brutalidad de la lucha por la supervivencia, se retrata en mayúsculas y en primera persona, en unos trazos vibrantes y desgarrados, dominados por la pasión.
Luchadora y madre, la artista se doblega ante la realidad y atrapa, como un reportero en las trincheras, los minutos anónimos de los seres con los que compartió aire, tiempo y miedos.
En ocasiones, mientras me detenía ante alguno de sus trabajos, las lágrimas anegaban mis ojos acostumbrados a la brutalidad contagiosa de la televisión y me he recordado a mí misma que no hace tanto tiempo que Europa se revolvía contra el hambre, que los obreros morían desatendidos y helados, al borde del esclavismo, y que los más pequeños corrían un altísimo riesgo de morir en la infancia, rodeados de mugre, desnutridos y empapados por la insalubridad de los barrios marginales y malolientes.
No está de más que, en un mundo que se duele por las contracciones de la crisis financiera, recordemos el pasado, no tan lejano, que se recoge en las obras de esta gran artista alemana.
Museo de Käthe Kollwitz en Köln
En su obra las mujeres, y muy en particular las madres, son heroínas anónimas y miserables que se revuelve contra la muerte, alejándola de sus hijos. La brutalidad de la lucha por la supervivencia, se retrata en mayúsculas y en primera persona, en unos trazos vibrantes y desgarrados, dominados por la pasión.
Luchadora y madre, la artista se doblega ante la realidad y atrapa, como un reportero en las trincheras, los minutos anónimos de los seres con los que compartió aire, tiempo y miedos.
En ocasiones, mientras me detenía ante alguno de sus trabajos, las lágrimas anegaban mis ojos acostumbrados a la brutalidad contagiosa de la televisión y me he recordado a mí misma que no hace tanto tiempo que Europa se revolvía contra el hambre, que los obreros morían desatendidos y helados, al borde del esclavismo, y que los más pequeños corrían un altísimo riesgo de morir en la infancia, rodeados de mugre, desnutridos y empapados por la insalubridad de los barrios marginales y malolientes.
No está de más que, en un mundo que se duele por las contracciones de la crisis financiera, recordemos el pasado, no tan lejano, que se recoge en las obras de esta gran artista alemana.
Museo de Käthe Kollwitz en Köln
No hay comentarios:
Publicar un comentario