Cuadro de Richard Estes
Tiritó
en el reflejo del cristal la figura somnolienta y movediza de Adriana. La mañana
se depositó sobre el asfalto como una capa lúcida de expectativas.
Después
de la tormenta el cielo había recuperado su transparencia irresistible y las
hojas de los árboles, asaetadas por el sol, irisaban verdes imposibles sobre
las miradas asombradas de los paseantes que parecían florecer a sus pies.
Perteneciente a la colección "Pequeñeces"
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