Un gruñido de tren arañó de pronto el túnel. Nadia levantó los ojos para verlo entrar, como una fiera llena de sorpresa, sacudiéndose la oscuridad con sus dos clavos de luz entrecortada. Enseguida todo el andén retumbó ecos metálicos contra las espaldas erguidas de los viajeros impacientes.
Ella avanzó unos pasos, sin llegar al borde peligroso que divide en dos el camino entre el viaje y la vida, y un ritual de puertas neumáticas, empujones y retiradas corteses, precedió la rutina de legiones de zapatos que, como coleópteros ansiosos, patearon la superficie gomosa del vagón, en busca de un lugar en el que sentar el cansancio.
Al sonar el silbato, como siguiendo una pauta mística, un rumor de páginas invadió el aire pequeño del tren. Libros, revistas, cuadernos de notas y periódicos se abrieron como flores mostrando sus secretos, y las miradas quedaron prendidas por una atracción invisible, que las arrastró al fondo de mareas de historias: armas poderosas contra la carcoma repetitiva de los días.
Nadia revisó todas las posturas, reconoció todos los bolsos y carpetas, recuperó todas las memorias olvidadas en el titilar enfermizo de las vías y las anotó en el fondo de su memoria, para llenar con ellos las hojas en blanco de su cuaderno de instantes.
Ella avanzó unos pasos, sin llegar al borde peligroso que divide en dos el camino entre el viaje y la vida, y un ritual de puertas neumáticas, empujones y retiradas corteses, precedió la rutina de legiones de zapatos que, como coleópteros ansiosos, patearon la superficie gomosa del vagón, en busca de un lugar en el que sentar el cansancio.
Al sonar el silbato, como siguiendo una pauta mística, un rumor de páginas invadió el aire pequeño del tren. Libros, revistas, cuadernos de notas y periódicos se abrieron como flores mostrando sus secretos, y las miradas quedaron prendidas por una atracción invisible, que las arrastró al fondo de mareas de historias: armas poderosas contra la carcoma repetitiva de los días.
Nadia revisó todas las posturas, reconoció todos los bolsos y carpetas, recuperó todas las memorias olvidadas en el titilar enfermizo de las vías y las anotó en el fondo de su memoria, para llenar con ellos las hojas en blanco de su cuaderno de instantes.
4 comentarios:
me encanto el momento en que el viento lanza todo por los aires¡¡¡
muy bueno¡¡¡
llegue aquí por el correo, funciona el sistema me gusta¡¡¡
te dejo mi link paloma por si quieres relajarte escuchando mi programa de radio:
programas 10 historias
Fantástico, nos ha encantado! Lastima que la lectura dure sólo un instante... Ku+Al
Maravilloso relato, como siempre.
Paloma recuperó todas las memorias olvidadas en el titilar enfermizo de las vías y las anotó en el fondo de su memoria, para llenar con ellos las hojas en blanco de su cuaderno de instantes.
Esa es mi Paloma.
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