Imagen: Sarolta Ban
El cristal del metro me devuelve la mirada.
La ciudad aún duerme.
Los demonios del sueño relamen las últimas ampollas de esperanza.
La madrugada levanta los velos vergonzosos de la dicha.
Hacia la luz, el vagón se precipita, indiferente.
Mi noche fue un delirio desdentado.
La boca de mi piel ya no me entiende.
La voz de mi memoria es un sicario que te debe pleitesía.
Ningún silencio se parece al tuyo.
El cristal del metro me devuelve la mirada.