Ángelo Musco
Vivimos en un mundo globalizado e interconectado en el que, en apariencia, las corrientes de opinión vuelan de un extremo a otro del planeta casi sin barreras y, sin embargo, cuando nos desayunamos con el bloqueo económico de Estados Unidos a manos de sus propios ciudadanos republicanos, nadie habla de “golpe de estado”.
Me pregunto, si esto ocurriese en algún país que tuviese intereses geoestratégicos o simplemente políticos, si los traductores oficiales de la realidad no habrían puesto ya nombres y apellidos a esta estrategia roñosa y zafia de la política norteamericana.
Por otro lado, el siempre polémico Berlusconi vuelve a tirar de las riendas del maltrecho mudo europeo y pone a Italia bajo los caballos desbocados de la crisis, arrastrando a su espalda a buena parte del Mediterráneo, y esto, una vez más, tampoco se denomina, abiertamente, “golpe de estado” ¿Qué debe ocurrir en el mundo para que volvamos a decir lo que pensamos, sin miedo a perder el beneplácito de quien nos paga?