lunes, 24 de septiembre de 2018

Diario para el olvido. Día 44

22 de septiembre de 2018

La guerra llegará hasta nuestras casas. Yo no lo veré, pero esta tranquilidad bovina nos conduce inevitablemente al matadero. Se salvarán algunos, pero no quedará apenas nada de nuestra civilización decadente. Se tomarán las ciudades calle a calle, manzana a manzana.  Los atentados son la constatación de la guerra total. El hombre ha aceptado su derrota.

No me  gusta el mundo que hemos construido. Me adentro en la Gran Vía y la encuentro enfangada de gente. La vida degenera y se condensa, vomita humo antes de precipitarse al vacío. Grandes masas humanas se manifiestan detrás de consignas enlatadas. La entraña de la ciudad alimenta el flujo imperturbable de la vida y de la muerte. Las generaciones se suceden sin dejar apenas rastro, pero la muerte no existe, se ignora, se niega, se abandona en el arcén de un transcurrir precipitado hacia ninguna parte.

Detrás de las ventanas de esos ojos que me miran fijamente no hay nada, ignorancia, ideas insertadas por grandes corporaciones, nostalgias de momentos no vividos, deseos y pulsiones de objetos y de personas que en realidad no les gustan.

Hoy ha explotado Irán. Víctimas lejanas que riegan nuestro almuerzo, sangre de otros. Mejor la suya que la nuestra. Mejor si son distintos y no sentimos su sudor y su llanto. Ya no nos conmueven con sus dramas en directo y cambiamos de canal o hablamos de otras cosas para evadirnos, para olvidarnos de todo sin darnos cuenta de que de ese modo no es que abramos ingenuamente la puerta al enemigo, es que le estamos entregando las llaves de nuestra casa para que nos encierre dentro, o nos desaloje o nos fusile cuando quiera.

G.M.

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