viernes, 14 de septiembre de 2018

Diario para el olvido. Día 40

13 de septiembre de 2018

A veces se apodera de mí un desaliento cósmico. Siento una decepción y un cansancio que van más allá de mi imposible supervivencia. No soporto la resignación del rebaño. ¿Es esto realmente lo mejor de lo que es capaz la humanidad? ¿Es éste el mejor sistema, la mejor opción posible?

Quisiera ser optimista, especialmente ahora que la muerte me acecha. Quisiera creer que el mundo que dejaré a los demás será mejor de lo que ha sido el mío, pero no es así. Seguimos caminando en círculos, tal vez en círculos cada vez más amplios, pero en círculos a fin de cuentas.

Las páginas de los diarios de hace más de treinta años relataban catástrofes económicas y sociales muy parecidas a las que ahora se desgranan, con más ingenuidad, con menos conocimiento, pero con el mismo temor. Tal vez es que no seamos más que burros atados a una noria que giramos sobre nosotros mismos sin ser conscientes de que no llegamos a ninguna parte. Nos sentimos ungidos por la mano de Dios porque poseemos una inteligencia de la que hacemos dejación en la mayor parte de los casos, porque hemos sido capaces de esclavizarnos a la tecnología, porque consumimos cosas que nuestros padres o nuestros abuelos jamás habrían comprado. Somos niños grandes ocupando espacio en el tiempo, como animales de granja, con vidas delimitadas, absurdas, destructivas.

Si esto es lo mejor de lo que el ser humano es capaz es que nuestra chispa divina se perdió para siempre en algún recodo de la presunta evolución.

G.M.

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