miércoles, 24 de noviembre de 2010

Era de justicia: Ana María Matute, Premio Cervantes 2010

Alberto Estévez ©

Era de justicia que a la "maga de las palabras" le dieran el Premio Cervantes y, para los que hemos crecido entre sus líneas, saltando de "Paulina" a "Fiesta al Noroeste", de "El polizón del Ulises" a "Paraíso inhabitado", de "Sólo un pie descalzo" a "Los hijos muertos", es como si también nos hubieran premiado por nuestra fidelidad y gratitud.

Sol de otoño

Walter Langley

Cada día, cuando los rayos del sol calientan las últimas horas de las tardes de otoño, ella abre los visillos y se sienta junto a la ventana, tranquila y en silencio, dejando que el calor penetre en su piel sabia.

Me entretengo en mirarla y su calma me reconforta porque ella es la verdad que palpita, es la firmeza y la dignidad olvidadas, es el recuerdo cálido de todas las madres, de todas las abuelas, de todas las tías que han acunado nuestras infancias y han ido quedando perdidas en el fondo oscuro de nuestra memoria.
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domingo, 21 de noviembre de 2010

De camino a la Meta

Desde mi ventana veo cientos de alfileres luminosos que taladran la débil oscuridad de la ciudad. Pasan cada día, anónimos rufianes de la prisa, roncando vulgaridades de urgencia, vomitando músicas confusas y provocando angustia.

Cuando me aturde el ruido de sus bocinas, intento imaginar los rostros que los habitan, las vidas que tiritan dentro de sus caparazones: Ellos también tendrán sueños, sufrirán dolor, mirarán hacia el cielo en busca de respuestas y necesitarán descansar la cabeza en el hombro firme de un ser querido cuando todo parezca derrumbarse. Y aunque se muestren altivos, ocultando sus miedos bajo la frialdad de un gesto hermético y bien estudiado, temblarán ante lo desconocido y evitarán la inspección de una mirada escrutadora porque se sabrán desnudos.

Desde mi ventana, una larga sucesión de vidas corren hacia su fin creyendo vivir, pero en realidad se precipitan hacia la meta, sin disfrutar de las pequeñas sorpresas del camino, ahorrando sonrisas, ternura y tiempo a cambio de rencores, envidia y frustración con los que construir murallas que los protejan.

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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Contemplando el infinito

Joaquín Sorolla

Ayer me miré en los profundos ojos de mi hijo
y supe que estaba contemplando el infinito.

Escuché el eco ligero de su risa
y me sentí inmortal.

Abracé su pequeño cuerpo perfumado
y tuve el poder de los gigantes.

Acaricié su pelo
y cabalqué mis tormentas.

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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Historia de unos pasos


Vincent Van Gogh

Gotea el brillo artificial de los zapatos de plástico, deformados de tantos malos pasos y de tantos tropiezos. Su limpieza digna evidencia la pobreza del caminante que bordea las aceras granadas de calzados deportivos, de tacones caribeños y de voces redondas.

Una mano inquieta rebusca las llaves tintineantes en el fondo del bolsillo desgastado, abre el portal taimado y huidizo, estrecho de espacio y de luces, palpa el fondo metálico del buzón descolgado de la pared y patea suavemente los escalones viejos como el tiempo.

Arriba, en la minúscula buhardilla, los pasos se amortiguan en el interior cálido de las pantuflas de invierno, reposan en el hogar destemplado y estático, perfumado a piel dormida bajo varias mantas, a comida fría y a café recalentado. Pero ahora su ritmo es cadencioso y arrastrado, remueven apenas una finísima capa de polvo que, casi enseguida, será atrapada por la escoba y la fregona, siempre dispuestas a la lucha; y se detienen cansados sobre el terrazo amarillento, junto al pequeño sillón azul.

Si tiene suerte y los vecinos de abajo encienden la calefacción durante algunas horas, el suelo se templará y será como vivir en primavera. El calor del infiernillo que él conecta cada tarde parecerá una hoguera chispeante y podrá reclinar la cabeza en el respaldo, acurrucado en una manta de viaje, para adormecerse soñando como un niño cansado de jugar.

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