jueves, 3 de febrero de 2011

Fuga de cerebros (Reflexiones del Minotauro)

Imagen tomada de Google

Uno de los motivos que impulsó a la RDA a elevar el muro de Berlín en agosto de 1961 fue la sangría de universitarios bien preparados que, después de haber recibido una buena educación pública y gratuita en la zona soviética, atravesaban las fronteras de la entonces aún ciudad abierta de Berlín para refugiarse en embajadas occidentales, solicitar asilo político y comenzar una nueva vida.

Pasados los años, hoy Alemania ofrece a los universitarios españoles bien cualificados un atractivo abanico de trabajos y una carrera laboral que España no puede darles en el estado de “catalepsia” en que vive sumida la economía y la política de nuestro país.

Desde el punto de vista humano, los jóvenes que logren sus metas comenzarán una nueva vida y posiblemente nunca retornarán, de forma definitiva, a España. Pero para nosotros, como país que no ha sabido retener a sus cerebros, a su mano de obra cualificada y capaz de devolver el pulso a nuestro futuro, ésta será una pérdida irreparable porque, en la mayoría de los casos, sólo quedarán aquellos que por miedo o por mediocridad, no hayan podido granjearse un porvenir mejor en otro país.

Quizá todo esto debería hacernos reflexionar sobre nuestra manera anárquica y centrípeta de hacer política, sobre nuestra falta de visión de futuro y sobre nuestro inflexible carácter “resultadista” porque, detrás de nosotros, vendrán nuestros hijos y los médicos que nos atenderán, los ingenieros que construirán nuestras infraestructuras, los arquitectos que eleven nuestras ciudades, los científicos que “inventen” el futuro o los catedrático que formen a los próximos universitarios, posiblemente no serán los mejores de su promoción, porque aquí no tendrán espacio suficiente, ni medios adecuados para desarrollarse en toda su plenitud.

Las consecuencias de todo ello, desgraciadamente, no tardaremos en vivirlas.

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miércoles, 2 de febrero de 2011

Certezas espaciales


Vuelve la eterna pregunta de si estamos solos en el universo, pero esta vez parece más cercana la respuesta, más ancha, más convincente, más estimulante, pero también más aterradora.

Después de los últimos descubrimientos del telescopio espacial Kepler, de los que hoy habla toda la prensa, es imposible creer que seamos los únicos seres inteligentes que habitan la inmensidad del espacio.

domingo, 30 de enero de 2011

Un reto literario

All (Andrés López)

Me he propuesto un reto, un reto que quiero compartir con todos vosotros y de cuyo cumplimiento seréis testigos: publicar en mi blog un cuento cada día hasta el 31 de diciembre de 2011 y sólo quisiera que, a cambio, me hagáis llegar vuestros comentarios, vuestras críticas o vuestras sugerencias.

¡Comienza la prueba! Espero que todos nos divirtamos.

viernes, 28 de enero de 2011

Nieve en Nueva York

Foto tomada de elpais.com (Reuters)


Hay algo conmovedor en la belleza paralizante de la nieve, algo mágico que rompe la mordaza de la rutina y doblega la urgencia hasta dejarla sometida a la calma involuntaria.


Hoy, desde el otro lado del Atlántico, llegan las imágenes de la gran máquina neoyorquina dominada por la nieve, inmóvil, y me ha sacudido una nostalgia ciega que me ha transportado, durante apenas unos segundos, hasta esa Gran Manzana silenciosa e inusual.

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lunes, 24 de enero de 2011

e-Literatura III. El futuro de las bibliotecas (Reflexiones del Minotauro)

foto tomada de soygik.com


Hace unos años, la única preocupación que podían tener los bibliotecarios en cuanto a las obras prestadas, era que algún usuario no devolviese un libro o que decidiese fotocopiarlo completamente para uso propio. En cambio, hoy en día, si algún “internauta” perseverante decide hacer el laborioso trabajo de escanear un libro entero, podría colgarlo en la red y su difusión sería ilimitada.

Por ese mismo motivo, la planificación y rediseño de lo que serán (en mi opinión, en un futuro bastante inmediato) las bibliotecas virtuales, debería de ser prioritaria ya que los nuevos formatos y su manera de distribución superan la limitación física y temporal del libro en papel y, empujados por la crisis económica se están imponiendo rápidamente en nuestro entorno los libros electrónicos.

Debo reconocer que, a partir de este punto mi reflexión se acerca ligeramente a la ciencia ficción al elucubrar sobre cómo será el préstamo de “libros” del futuro: ¿Nos veremos los lectores obligados a leer “on-line para evitar descargas que pudiesen distribuirse después libremente? ¿O tal vez, los informáticos, incluirán en los archivos algún programa de caducidad que pasado el tiempo de préstamo corrompa el contenido del documento y lo haga ilegible? ¿Sobrevivirán, a pesar de la tecnología, las bibliotecas que conocemos y convivirán con éstas otras, más asépticas, carentes de problemas de conservación, de espacio y de almacenaje? ¿Seguirá viviendo el lector esa emoción especial que se siente ante un libro ajeno, del que apenas podrá disfrutar durante unos días, y que, precisamente por eso, se hace más valioso y atractivo? Y, por último ¿la capacidad ilimitada de almacenaje de información de una biblioteca virtual permitirá prescindir de las comisiones de selección de obras y abrirán las puertas a todos los libros editados, año tras año, independientemente de la procedencia, importancia o fama de los autores? ¿Estará el negocio de los editores en la venta de "e-readers" convenientemente programados para que su durabilidad limitada haga rentable la gratuidad de los textos?

Es cierto que sólo en torno al préstamo de libros surgen una larga lista de preguntas difíciles de contestar, un oleaje de intereses contrapuestos, de problemas y de retos que nos ponen de cara a la nueva era en la que, casi sin darnos cuenta, ya estamos inmersos.

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sábado, 22 de enero de 2011

e-Literatura II. La integridad de la obra (Reflexiones del Minotauro)

Foto tomada de laflecha.net


Hay una cosa que me preocupa seriamente con respecto a las descargas gratuitas de libros desde Internet y es quién protege al posible lector del contenido y quien protegerá la integridad de la obra, es decir, el legado del autor.

Es conocido por todos que en el entorno de las descargas de cine y música, se encuentran archivos que no contienen aquello que el “internatua” cree estar bajándose y que, bajo un título más o menos popular o reconocible, se oculta algo completamente diferente. En ambos casos, es fácil detectar el fraude y rechazarlo de forma casi inmediata. En cambio, en el caso del libro, si alguien manipula el contenido de una obra, altera el mensaje del texto, plagia o incluso usurpa el nombre del autor para difundir su propio trabajo, los lectores estarán indefensos ya que no podrán detectar el fraude hasta que hayan avanzado lo suficiente en la lectura.

¿Qué puede ocurrir entonces? ¿Quién y cómo acreditará la integridad del texto, su fidelidad? ¿Cómo podrá saber el lector, de forma inmediata, que lo que está leyendo es verdaderamente la obra original y no una falsificación?



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jueves, 20 de enero de 2011

La Espera


Dicen que viajar es trasladarse, desplazarse de un lugar a otro. Pero viajar en tren es mucho más: es cabalgar las cicatrices de la tierra, empaparse de paisajes, dejarse marcar el ritmo sutil de las esperas, encontrarse y olvidarse...

Todas esas cosas cuenta esta imagen de ALL (Andrés López), con su luz solar entumecida sobre la taza olvidada, con su evocador silencio de lugar de paso entre dos paréntesis de vida, atrapada por el cazamariposas de una cámara inquieta que acaricia la poesía de las cosas cotidianas.


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Exposición 20 años 20 imágenes
Institut Valencià d’Art Modern (Valencia)
www.ivam.es
De 18 de enero al 20 de febrero


miércoles, 19 de enero de 2011

e-Literatura I (Reflexiones del Minotauro)

El ámbito editorial, al igual que antes el de la música y el del cine, se retuerce como consecuencia de la revolución tecnológica y, a pesar de tener ante sí las experiencias de ambos mundos, sigue buscando a tientas el camino de salida hacia el futuro.

Las grandes editoriales que han ido adaptando sus “novedades” al libro electrónico, siguen ofreciendo altos precios muy alejados de lo que el usuario de “e-Books” estaría dispuesto a desembolsar porque, a día de hoy, es capaz de encontrar páginas, enlaces o vínculos (no estoy segura de la correcta denominación) donde pueden “descargarse” gratuitamente, esas mismas novedades.

Pero lo más preocupante es que estas obras, a falta de alguna corrección de erratas de última hora, son exactamente iguales a las que se comercializan, lo que me empuja a hacerme la inevitable pregunta sobre el origen de la “filtración” de estos textos, que no puede proceder sino de la propia industria, es decir, de la editorial (o de alguno de sus empleados), de la empresa de maquetación (o de alguno de sus empleados) o de la imprenta que finaliza el trabajo (o de alguno de sus empleados).

Y las siguientes preguntas, enlazadas con la anterior, vienen a abundar en un tema que, a día de hoy, me resulta realmente complejo de comprender y es ¿qué beneficio obtiene el que filtra el archivo y/o lo cuelga en la Red? ¿Y el que habilita la página desde la que se puede descargar? Tal vez, este último, logra una cuantía de ingresos importante por la publicidad que el espacio mantiene: a mayor número de internautas que visitan la página, mayor beneficio. Pero ¿no hay un enorme colectivo que, convencido de hacer una colectivización de la cultura, a favor de los demás, está permitiendo que unos “entes” anónimos se beneficien del trabajo de otros?

Autores, seguirán existiendo, eso es indiscutible, el creador no dejará de fabular porque no pueda beneficiarse económicamente de su trabajo, ya que existe desde que el hombre es hombre, mucho antes de que hubiese una industria de la cultura y de que la especialización permitiese a algunos creadores, vivir únicamente de la rentabilidad del fruto de su esfuerzo. Sin embargo otras preguntas surgen, inevitablemente, al bordear este nuevo precipicio del mundo conocido: ¿Realmente la Red permitirá que se diversifique la oferta, logrará romper los “cuasi monopolios” de algunos grupos editoriales, representantes y premios? ¿Abrirá de verdad la baraja a una nueva creación, más libre, sin limitaciones estéticas, creativas o lingüísticas?

Verdaderamente, no estoy segura, porque tengo la sensación de que muchas de las banderas “justas” bajo las que se distribuye la cultura libre en Internet, son sólo una cortina de humo para ocultar el lucro de las nuevas formas de mercado encubierto.


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jueves, 6 de enero de 2011

La ciencia ficción nos alcanza

En 1953 Ray Bradbury publicó “The Golden Appels of the Sun” ("Las doradas manzanas del sol" Minotauro 1993), un conjunto de cuentos entre los que se encontraba “El asesino”, la historia futurista en la que uno de sus personajes, frustrado por sentirse permanentemente conectado al entorno a través de su reloj teléfono, se rebela contra la tiranía de la tecnología.

58 años después, ha llegado al mercado español el reloj teléfono, como un eco literario y temible que hará que no nos sintamos solos... ¿O nos aislará más que nunca?


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miércoles, 5 de enero de 2011

FELICES REYES

Foto tomada de "www.galeriadedisplays.com"

Cada año, cerca de Navidad, retomo mi viaje personal al paraíso de la infancia, me emociono con las pequeñas cosas que me van indicando la llegada de este tiempo entre paréntesis y dejo que mi imaginación añada detalles mínimos a las leyendas crepusculares de los Reyes Magos.

Hay algo en mí que mantiene la fe, algo que se ilumina con la luz dorada del primer sol invernal, algo que se eriza en mi recuerdo cuando amanecen las mañanas de niebla para ocultar la caravana del desierto, cargada de regalos, algo que salta en mi pecho cada cinco de enero cuando la cabalgata atraviesa todas las ciudades de España inundando de caramelos, de nerviosismo y de fantasía, los enormes ojos de los más pequeños.

¡Felices Reyes!

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martes, 4 de enero de 2011

XXXIV Salón del Libro Infantil y Juvenil

Hoy Barahonda ha presentado la gran civilización Maya en el Salón del Libro Infantil y Juvenil. Los más pequeños han ayudado a la protagonista y a Hunahpú a luchar contra el viento destructor del dios Huracán, han escuchado la temible voz de Ah Puch y han solucionado un montón de enigmas para salvar a los Maya del olvido.

Gracias a todos por haber venido.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz 2011

Paloma Ulloa ©

Va a comenzar un nuevo año, un pedazo artificial de vida que llenamos sin motivo de esperanzas, a pesar de que de nuestro propio esfuerzo dependen la mayoría de las cosas que anhelamos.
Se nos olvida, cada dos de enero, que el deseo de mover montañas hace que, al menos, se conviertan en terrenos expugnables y que, el gusto por vivir, nos hace más sabios y nos deja disfrutar de las pequeñas cosas que nos regala el tiempo.
En estas horas de reflexión antes de la caída en el olvido del último minuto del año 2010, me detengo un instante para volver a recordar que si aquello que tanto hemos deseado, cuando finalmente lo poseemos, no nos hace felices, tal vez sea porque hemos corrido tras el sueño de otros; y es que a menudo se nos olvida que lo que nos hace pobres no es la carencia, sino la ambición.

¡Feliz 2011 lleno de esperanza y de sueños propios!


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domingo, 26 de diciembre de 2010

Tiempo remansado

ALL Photography
El tiempo remansado sobre la nieve, amortigua el sonido de las voces que cruzan el viejo parque. Los árboles oxidados del invierno quiebran, con sus enredadas melenas desnudas, el cielo helado y, sobre la densidad dolorida de la tierra, cabalgan los trineos cargados de risas infantiles.

Bajo esta luz, lenta y difusa, babosa de copos ligeros como el alma, las ideas caminan, dejando sobre el reposo de la mente, la huella indeleble de nuevos pensamientos que han tenido el tiempo necesario para nacer, crecer y madurar, antes de pasar de nuevo a la dorada alacena del recuerdo.


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viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad en Berlín


Paloma Ulloa

La luz cae uniformemente desde el cielo lácteo, rebota sobre la gruesa manta de nieve y llena el espacio de irrealidad. Las personas caminan en un forzado equilibrio de astronauta sobre las calles resbaladizas y el silencio se apodera de las aceras, de los bosques encantados, de las voces anchas y profundas de los hombres, de las miradas tristes e indefinidas de los ancianos que se pliegan en una sonrisa escondida en las comisuras azules de sus ojos de agua, iluminados por la esperanza de los más pequeños.

Mañana será Navidad y bajo la luz cálida de los mercadillos de madera, intensamente perfumados a canela y col, bailan las luciérnagas de la fantasía y se llena el aire helado de sonrisas transparentes de gatos invisibles.

En esta paz, la Navidad deja de ser un delirio y retorna la esperanza de la llegada de la primavera, al otro lado del ancho lomo del invierno.

¡Feliz Navidad!


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lunes, 13 de diciembre de 2010

Al alba...

Antonio López

Al alba las palabras martillean el silencio del autobús dormido, pero ella sigue apretando el auricular del teléfono contra su oído, aterrorizada de tener que quedarse a solas consigo misma durante unos minutos. De sus labios se deslizan secretos de cálida intimidad que llegan a un auditorio anónimo y entumecido por el sueño, incapaz de liberarse del fastidioso ritmo sincopado de su conversación.

Miro por encima de mis gafas y me encuentro de frente con su rostro joven y demasiado maquillado, pero ella no me ve porque, mientras habla, se mira insistentemente en el reflejo taciturno de la ventanilla, se recoloca el pelo, se roza la mejilla, reparte el carmin de sus labios apretándolos suavemene hacia dentro, se ríe, se ladea como buscando su mejor perfil y vuelve a retocarse la melena. Y, sin darme cuenta, me sorprendo pensando en el miedo poderoso que se va extendiendo entre la gente, obligándola a ocupar todos los tiempos intermedios de su vida para no sentirse sola.

A mi alrededor, muchos viajeros se aislan detrás de unos auriculares, otros se sumergen en las líneas de un libro o de un periódico y, algunos, muy pocos, contemplan el frío amanecer teñido de rubores y neblinas que despereza la ciudad prenavideña y luminosa.

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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Marionetas en manos del “Mercado”(Reflexiones del Minotauro III)

Maurits Cornelis Echer ©

Me pregunto en qué momento los países dejaron de ser territorios soberanos, orgullosos de su identidad y de su espacio, para convertirse en marionetas manejadas por “el Mercado”, esa criatura intangible y caprichosa que ensalza y destruye con la misma indiferencia que un dios del Olimpo.

No logro encontrar el instante exacto en el que nos vendimos a la avaricia luminosa del consumo, dándole la espalda a nuestros sueños, para ofrecernos en sacrificio a esos seres sin nombre que se nutrirán con nuestro esfuerzo. Pero sí puedo imaginar sus rostros de hombres y mujeres bienintencionados, suavemente iluminados por hermosas lámparas crepusculares, mientras se inclinan sobre el tablero de ajedrez en el que van construyendo el Mundo que quieren gobernar.


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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Era de justicia: Ana María Matute, Premio Cervantes 2010

Alberto Estévez ©

Era de justicia que a la "maga de las palabras" le dieran el Premio Cervantes y, para los que hemos crecido entre sus líneas, saltando de "Paulina" a "Fiesta al Noroeste", de "El polizón del Ulises" a "Paraíso inhabitado", de "Sólo un pie descalzo" a "Los hijos muertos", es como si también nos hubieran premiado por nuestra fidelidad y gratitud.

Sol de otoño

Walter Langley

Cada día, cuando los rayos del sol calientan las últimas horas de las tardes de otoño, ella abre los visillos y se sienta junto a la ventana, tranquila y en silencio, dejando que el calor penetre en su piel sabia.

Me entretengo en mirarla y su calma me reconforta porque ella es la verdad que palpita, es la firmeza y la dignidad olvidadas, es el recuerdo cálido de todas las madres, de todas las abuelas, de todas las tías que han acunado nuestras infancias y han ido quedando perdidas en el fondo oscuro de nuestra memoria.
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domingo, 21 de noviembre de 2010

De camino a la Meta

Desde mi ventana veo cientos de alfileres luminosos que taladran la débil oscuridad de la ciudad. Pasan cada día, anónimos rufianes de la prisa, roncando vulgaridades de urgencia, vomitando músicas confusas y provocando angustia.

Cuando me aturde el ruido de sus bocinas, intento imaginar los rostros que los habitan, las vidas que tiritan dentro de sus caparazones: Ellos también tendrán sueños, sufrirán dolor, mirarán hacia el cielo en busca de respuestas y necesitarán descansar la cabeza en el hombro firme de un ser querido cuando todo parezca derrumbarse. Y aunque se muestren altivos, ocultando sus miedos bajo la frialdad de un gesto hermético y bien estudiado, temblarán ante lo desconocido y evitarán la inspección de una mirada escrutadora porque se sabrán desnudos.

Desde mi ventana, una larga sucesión de vidas corren hacia su fin creyendo vivir, pero en realidad se precipitan hacia la meta, sin disfrutar de las pequeñas sorpresas del camino, ahorrando sonrisas, ternura y tiempo a cambio de rencores, envidia y frustración con los que construir murallas que los protejan.

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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Contemplando el infinito

Joaquín Sorolla

Ayer me miré en los profundos ojos de mi hijo
y supe que estaba contemplando el infinito.

Escuché el eco ligero de su risa
y me sentí inmortal.

Abracé su pequeño cuerpo perfumado
y tuve el poder de los gigantes.

Acaricié su pelo
y cabalqué mis tormentas.

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miércoles, 3 de noviembre de 2010

Historia de unos pasos


Vincent Van Gogh

Gotea el brillo artificial de los zapatos de plástico, deformados de tantos malos pasos y de tantos tropiezos. Su limpieza digna evidencia la pobreza del caminante que bordea las aceras granadas de calzados deportivos, de tacones caribeños y de voces redondas.

Una mano inquieta rebusca las llaves tintineantes en el fondo del bolsillo desgastado, abre el portal taimado y huidizo, estrecho de espacio y de luces, palpa el fondo metálico del buzón descolgado de la pared y patea suavemente los escalones viejos como el tiempo.

Arriba, en la minúscula buhardilla, los pasos se amortiguan en el interior cálido de las pantuflas de invierno, reposan en el hogar destemplado y estático, perfumado a piel dormida bajo varias mantas, a comida fría y a café recalentado. Pero ahora su ritmo es cadencioso y arrastrado, remueven apenas una finísima capa de polvo que, casi enseguida, será atrapada por la escoba y la fregona, siempre dispuestas a la lucha; y se detienen cansados sobre el terrazo amarillento, junto al pequeño sillón azul.

Si tiene suerte y los vecinos de abajo encienden la calefacción durante algunas horas, el suelo se templará y será como vivir en primavera. El calor del infiernillo que él conecta cada tarde parecerá una hoguera chispeante y podrá reclinar la cabeza en el respaldo, acurrucado en una manta de viaje, para adormecerse soñando como un niño cansado de jugar.

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domingo, 24 de octubre de 2010

Segunda estrella a la derecha

Frederic Edwin Church

Donde la luz se parte en dos para construir un atardecer que se transforma en un instante milagroso, apenas retenido en mi memoria; donde los días y los sueños aún pueden ser reales; donde la voz de los deseos no envejece, ahí habita mi esperanza.

En el lugar en que los hombres somos capaces de cambiar el curso de la inercia; en el rincón inaccesible de nuestra propia fe; en la celda privada en la que nos sentimos capaces de lograr nuestros anhelos, ahí cosecho mis deseos y busco la forma de construir el camino hacia ellos.

Somos grandes como gigantes y pequeños como niños, somos el resultado de nuestras utopías, la concreción de nuestros impulsos pero, en ocasiones, olvidamos el camino que nos llevaba cada noche a la Isla de Nunca Jamás y, entonces, nuestros sueños se hacen viejos de repente y comenzamos a morir.
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domingo, 10 de octubre de 2010

Islas

Imagen tomada de www.metromadrid.es


Como islas, navegamos cada mañana la luz sonámbula del metro, nos escondemos en los rincones del vagón, sin mirarnos, sin tocarnos, aislados por la música que destilan nuestros pequeños auriculares, o adheridos a las líneas impresas de gruesos volúmenes efímeros. Algunos, los que se sienten más huérfanos, mantienen conversaciones telefónicas inverosímiles que entremezclan risas y lamentaciones en una rutina sincopada de silencios y palabras incoherentes. Otros, los menos, hacen un inventario inimaginable de zapatos gastados o parecen querer taladrar la gomosa superficie del suelo con sus penetrantes miradas humilladas.

Como islas, tememos la palabra de los otros, la recibimos con un sobresalto de miedo o de vergüenza, escondidos tras los periódicos gratuitos e impersonales que alfombran la soledad cálida y humana del suburbano.

A veces alguien se levanta y cede un asiento, alguien sonríe, alguien es amable y protector con otro pasajero y los demás le miran, con una mezcla extraña de insensibilidad y sorpresa. A veces, un niño humaniza con su conversación el vacío electrizado entre los asientos y se despiertan ternuras inesperadas bajo los rostros pétreos y deformes del cansancio. Después, se diluye la magia de nuevo, se cierran las compuertas de los rostros y retorna el aislamiento.

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jueves, 7 de octubre de 2010

Mario Vargas Llosa, nuevo Premio Nobel de Literatura


Mario Vargas Llosa ha sido elegido Premio Nóbel de Literatura 2010. Nuestra lengua vuelve a estar de enhorabuena, quizá, porque es el mejor vehículo para hacer volar la imaginación y las palabras sobre la fantasía de los lectores de todo el Mundo.

jueves, 30 de septiembre de 2010

De puntillas

Caillebotte

De puntillas, como un noctámbulo arrepentido, va viniendo el otoño.

Cada mañana llega más perezosa que la anterior, alargando la noche holgazana sobre las sábanas calientes.

Un viento fresco pinta de rumores las hojas maceradas de nostalgias. Los jerséis de lana abrazan el cuerpo destemplado y salen de los armarios los caparazones cóncavos de los paraguas para dar voz a la sinfonía rítmica de la lluvia sobre nuestras cabezas.

Descansa la mente, los ojos se llenan de cansancio, los recuerdos infantiles se asoman al fondo del horizonte, como una promesa.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

Él (Reflexiones del Minotauro II)

Van Gogh

Él va narrándome un tiempo que rozaba los primeros filos del siglo XX. Extiende sus anchas manos de hombre endurecido por la vida y desgrana cosas que quedaron pendientes, en el pasado, como gotas de lluvia sobre un cristal. Entonces no había tiempo que perder. La tierra sudaba frutos sabrosos que se podían comer directamente de la mata: los pimientos rojos, gruesos y dulces, los tomates jugosos y aromáticos.

También los establos daban pan. Las bestias que había que alimentar y que olían, fuertes y poderosas, en todo su esplendor mundano. Los huevos que se dejaban a la gallina para empollar eran la riqueza de mañana, los otros calmaban el hambre inmediata con el sabor frondoso de la yema bien untada en el pan ancho y denso de las hogazas horneadas al calor de la leña.

No había tiempo para pensar, las estaciones se sucedían llenas de tareas, la vida continuaba con su exigencia profunda y cíclica, sin detenerse, ni por la guerra ni por las lluvias o las sequías, ni por los nacimientos o las muertes. El dolor daba frutos, el pensamiento se limitaba a las líneas más lejanas del horizonte.

Los olivos lloraban aceitunas, las varas azotaban las ramas y robaban la sangre verde del árbol retorcido y firmemente decidido a la vida, agarrado a la tierra seca, con las raíces engarfiadas y rotundas.

Los aceituneros cantaban, las espaldas doloridas de las mujeres al caer el sol, dejaban en los cuerpos el cansancio saludable del trabajo bien hecho.

Con suerte y con mucho esfuerzo, se podía comprar una bicicleta a plazos, con la que desplazarse de un lugar a otro, sin usar las mulas y sin gastar las alpargatas.

Él sentía una alegría al amanecer de cada jornada que llenaba los músculos de vida con un poco de pan y un cuartillo de vino que alimentase el cuerpo y llenase de fuerzas las manos sabias y sarmentosas. Se trabajaban los campos y los cuerpos se daban al placer con la misma austeridad natural y rutinaria con la que se daban al trabajo. Los hijos llegaban y crecían, o enfermaban y morían prematuramente, sin que pudiesen luchar contra el destino que secaba las lágrimas en los párpados y no había resignación, porque para haberla tenido tendrían que haber sentido primero el deseo de rebelarse o la idea, casi inimaginable, de tener derecho a algo mejor. Sencillamente se trataba de la vida, que rueda, casi sola, movida por el viento sutil de las escasas decisiones.

No había tiempo para sentirse infeliz o fracasado. Ni para buscar nuevos horizontes. Nadie imaginaba que existiesen otros mundos más allá de los sólidos cercados que delimitaban los campos, las granjas, las viviendas.

Los más afortunados, acudían durante algunas semanas a la escuela, y aprendían las letras y los números. Pero muchos recorrían su larga existencia sin poder descifrar los extraños símbolos que llenaban los impresos oficiales, y aceptaban humildemente sus destinos con una cruz temblorosa, trazada torpemente al pie de algún papel.

No había tiempo que perder, ni horas que desgranar, vacías, ante aparatos que enjugasen el ocio. La tierra olía a sudor, acre e inmisericorde, pero siempre era la misma. El cielo vomitaba lluvias y granizos que se medían en disgustos de dios y se curaban con procesiones y rezos incomprensibles, desgastados e tanta repetición sin sentido.

Los hombres, apretando los dientes, soportaban en silencio el dolor, mientras las mujeres se deshacían en llantos y en salmodias lentas y cadenciosas. Pero no había tiempo que perder, porque las obligaciones ocupaban el espacio del dolor..

Las mujeres se rompen las manos heladas contra el agua del río, el sol devora las manchas que el jabón y la constancia no pueden arrancar. La casa huele a hombres y a animales, a noches largas de invierno y a pesadas horas de estío bajo las persianas de junco. El dolor es un rumiar de fondo que queda a la espera de su momento porque los hijos van llegando, las tareas del campo y de la casa se llevan las fuerzas y los padres que envejecen esperan la mano atenta de la hija que recoge los aperos de la vida.

No había tiempo que perder, porque las obligaciones se encadenaban con las estaciones: la cosecha, la matanza, la vida, la muerte. Nada podía detener el ciclo de las cosas. El resto de la vida quedaba al margen de la realidad, en el lugar difuso ocupado por los “señores”, por “los ricos” que perdían el tiempo leyendo y no tenían cayos en las manos, siempre blancas y limpias. El médico, el cura, el notario, pertenecían también a esa otra realidad tan ajena y tan lejana que no parecía real.

Los hombres de verdad se empapaban las manos con orina para evitar las grietas y bebían sin parpadear el licor que se les ponía delante, no esperaban, tomaban lo que les correspondía No conocían de derechos, ni de libros, ni de libertades, todo eso había quedado atrás, con la guerra y los hombres prudentes bajaban la cabeza y callaban cuando se insinuaba algo, simplemente decían no saber, no entender de “esas cosas” de los libros y de las palabras. La vida era demasiado dura para perderla entre líneas. Había que hacer tantas cosas que no había tiempo que perder.

Como el mar, el tiempo va llenándose los años, uno tras otro, doblegados por los vientos, por las escasas lluvias, por el frío, por el pedrisco. Las manos se hundían en la tierra, gruesas y poderosas, y arrancaban un terrón analizar su mal. También sabían, mirando al cielo, dónde se encontraba el sur y dónde el norte. Cuándo nacerías las crías y cómo sería el clima al día siguiente. Para las demás cosas del “cielo” se quitaban la boina y agachaban la cabeza porque nunca tuvieron tiempo para poner en duda las cosas que les habían obligado a creer. Nadie podía alimentar a su familia en su lugar, ni labrarían los campos como lo hacían ellos mismos, con la dedicación de los trabajos bien hechos.

No había grandes fiestas, no se disfrutaba de comodidades. Una sola bombilla en las casas más acomodadas y un teléfono en cada comarca para los casos de urgencia. Aunque casi siempre era más fácil ir en bicicleta o en burro a buscar al médico o a la guardia civil antes que esperar a que el aparato lograse comunicar con su destino.

El futuro no existía, era un concepto demasiado alejado de la realidad, una idea remota que chocaba con el devenir cotidiano. Las realidades se medían con la calma de las sucesiones naturales: pocas se escapaban del yugo de la vida: el sol sale por el este y se pone por el oeste, los días se suceden gota a gota y es mejor que no haya sobresaltos, tampoco grandes alegrías, así el dolor será menor y la vida fluirá sin esfuerzo hacia el horizonte.

Allí, entonces, no había fines de semana en los que descansar de las madrugadas heladas de trabajo, ni días de vacaciones el la playa. No había cenas con las que celebrar los aniversarios, ni centros comerciales en los que sentirse infeliz por el escaso dinero. Sólo existía la rutina del sol y las estaciones, la exigencia de la tierra y la pulsión de los instintos más naturales: el deseo, el hambre, la sed, el sueño. Todo lo demás se escapaba de la realidad como se escapa un globo lleno de helio de las manos de un niño. La vida sólo se podía pautar por las cosas tangibles, por las horas de sol y de oscuridad, de lluvia y de sequía, de riego y de esfuerzo. La vida se movía por realidades apegadas a la tierra: el peso, el olor, la medida de las cosechas, de las moliendas, de los surcos de la piel sobre el rostro, de lo perdido, de lo ganado…

Él nació en los límites de 1914.

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viernes, 3 de septiembre de 2010

En los bolsillos

Andrew Wyeth

Buscó meticulosamente en los bolsillos de la emoción, pero allí tampoco encontró su alegría.

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