miércoles, 1 de agosto de 2018

Diario para el olvido. Día 9



31 de julio de 2018


La televisión orina noticias insustanciales, recicladas e infladas para atraer a una audiencia adormecida por el reposo y la calima. Escucho de fondo mientras me siento a la mesa junto a un café humeante para escribir estas líneas. Un niño llora enquistado en la noche tórrida y me recuerda aquella época en la que al abrir las ventanas sedientas al aire nocturno se escuchaba el eco repetido de la única película que emitía la televisión, duplicada y aumentada de muro en muro hasta convertir todo el barrio en un cine de verano dodecafónico. Recuerdo el olor seco del asfalto y a las mujeres que baldeaban las calles y los balcones para refrescar apenas el aire denso y pegajoso. Recuerdo la sensación extraña de plenitud y de eternidad que me provocaban esas noches, olorosas a presagios victoriosos y a esperanza. Qué diferente me parece todo ahora, cuando el aséptico futuro prometido por el cine y la literatura no es más que una copia repintada de aquel pasado.

G.M.

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