Relatos para el café
22 de agosto de 2023
El visillo baila empujado por la brisa. Hondea. Se inflama y se vacía. Toma la forma de un cuerpo torneado. Se desangra de luz. Enflaquece y vuelve a contraerse como un fantasma a la deriva. Si no estuvieras tú, si no intuyera tu presencia tumbada a mi costado, pensaría que has venido a visitarme; que te haces ver a través de sus caprichos. Pero sé que estás aquí. Siento tu presencia firme. Huelo tu perfume entre mis labios. A veces, al volverme creo vislumbrar tu pelo invadiendo mi almohada, y presiento tus manos frías pegadas a mi piel. Pero el visillo insiste en su danza insidiosa y tu rostro se dibuja nítidamente en el tejido, la boca abierta en un grito enmudecido. Entonces, quién me ciñe la cintura.
Ilustración: Miguel Vega Arce
Texto: Paloma Ulloa
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