lunes, 30 de julio de 2018

Diario para el olvido. Día 6

 

28 de julio de 2018

 
Calor. Las persianas bajadas, el silencio sofocante del verano detiene el tiempo en una burbuja insoportable. La calle arde y yo me remuevo sobre la sábana, suavemente azotado por el aire del ventilador que rumia, lentamente, la misma sinfonía mecánica. En la radio flota una voz insustancial. Contenidos de verano, charlas repetidas, martilleantes, que me hacen compañía y me acunan entre el sueño y la vigilia. La ciudad deforme se abomba al otro lado de las ventanas ciegas, construyendo espejismos que nadie puede ver excepto yo, que me asomo y para contemplar a la feroz bestia que abrasa y destruye todo lo que toca, con sus fauces del infierno. O tal vez no la veo, tal vez es solo la prolongación de este sueño inquieto que provoca la siesta cuando el cuerpo y la mente, reventados por el agotamiento, se adentran en el mundo incomprensible de uno mismo.
Calor. Las persianas bajadas no dejan pasar el aire y me asfixio a fuego lento entre alucinaciones bosquianas que me aterran y me atraen al mismo tiempo.
 
G.M.

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