martes, 1 de mayo de 2012

Vuelvo a Benedetti


Vuelvo a leer a Benedetti como quien retorna al mar en busca de equilibrio. Me pierdo en sus renglones, en sus vidas anónimas, en su fraseo sencillo y aromático y me recreo en las pequeñas cosas, en la descripción de una mirada, en el perfil reconocible de la vergüenza, en el ritual imperdonable de las inseguridades...

Vuelvo a Beneditti, como vuelto a Pessoa, a Ana María Matute, a Steinbeck, a Delibes, a Zweig, a Marguerite Yourcenar, a Virginia Wolf o a Lorca, como quien vuelve a un padre que le consuela y le aconseja, como quien retorna al origen para poder tomar el impulso necesario que le proyecte hacia el futuro, y en esa estancia cálida me recreo y descanso la mente para recuperarme del dolor de la creación, de la vida y del agotamiento, para llenarme con la nostalgia de un sur que desconozco, para escuchar el recuerdo de unos pasos sobre las aceras de Montevideo que, de tanto transitar por mi memoria, se han convertido en mi propio recuerdo.

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