viernes, 30 de marzo de 2012

Quiero recordar





Hoy quiero recordar a todas esas personas que, poco a poco, van deshojando sus recuerdos y perdiéndolos para siempre; a los que, sin nosotros (los que los amamos) no son nada, a los que van hundiéndose lentamente en una niebla espesa y destructiva que devora su pasado mientras los va adormeciendo al sol hasta que sus corazones también se olviden de latir.

Y, para ellos, para no olvidarlos jamás, me gustaría cosechar aquí esos recuerdos que ya no podrán retener pero que nosotros hemos escuchado tantas veces (quizá demasiadas), y que ahora toman su dimensión exacta de balizas para mantener vivo ese día en que un hijo dio el primer paso; el primer amor; la compra de esa bicicleta o aquella tarde en la playa…




Estos son los dos primeros recuerdos, los de Aurelio y los de Sole:



Aurelio nació en Madrid en 1920, hace tiempo que su memoria está confusa y va borrando imágenes, trazos y experiencias. Posiblemente los primeros recuerdos que cayeron en el olvido fueron aquellos viajes en moto, en la posguerra española, cuando había que vender muchos objetos de artesanía toledana por todo el país para sacar adelante a la familia. De esos recorridos él tienía una memoria preciosista que recreaba olores y sabores, los colores del sol sobre la tierra dura de Castilla, el rigor de las carreteras y los caminos, apenas asfaltados y la belleza extrema de sentirse vivo.




Sole, nació en Madrid en 1926. Cuando murió, hace algunos años, ya no reconocía a sus seres queridos, pero uno de los recuerdos que quedó titilando sobre su mirada perdida hasta el último segundo, fue el amor y la ternura que el nombre y la presencia de su único hijo despertaban en su alma.


Todos aquellos que hemos convivido con enfermos de Alzheimer conocemos y reconocemos la mostruosidad de perderse a sí mismo al perder la memoria, por eso os invito a que me hagáis llegar aquí o en Facebook sus recuerdos para que no se pierdan nunca...





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