Imagen: Sarolta Ban
El mundo se está convirtiendo en un vivero de psicópatas capaces de justificar una limpieza ética, de culpar al pobre de su hambre y de pensar en el negocio floreciente que crecerá de los cadáveres de los otros, sin el menor escrúpulo o remordimiento de conciencia, y lo hacen blandiendo el nombre de un dios blanco y omnipresente, que ciñe la espada (los tanques, los drones, la IA, la bomba atómica o lo que corresponda) para consumar los intereses de unos pocos. La historia escrita por los vencedores, la propaganda cinematográfica y la desmemoria, se encargarán después de borrar - o en su defecto, maquillar - lo injustificable.
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