jueves, 10 de junio de 2021

Tarde de domingo


Leo los periódicos. Me aburro. Se repiten las mismas noticias. Los mismos errores. Se aran las mismas ideas (sujetas al ideario editorial de cada firma) una y otra vez. Hay una planicie mental abrumadora. Nada se mueve. Todo parece permanecer estático. Expectante. Como si esperásemos una detonación que provoque cambios mágicos a los que nos adaptaremos sumisamente pero en los que no participaremos de forma activa. Eso es cosa de otros. Alguien tendrá que hacer. Alguien se tendrá que responsabilizar. Alguien decidirá por nosotros.


Llega el verano. Nadie quiere pensar. Hay una tensión de huida en el aire. La masa se agolpa en el toril esperando a que se abran las puertas para salir corriendo sin mirar atrás, sin prevenirse ante el futuro inmediato del otoño. Sin abismarse en las terribles incertidumbres que siembran el campo minado del porvenir inmediato. Ya pensaremos luego. Después “dios dirá”. Ahora hay que respirar un poco. Nos lo hemos merecido.

Leo los periódicos. Me aburro. Se hacen loas ridículamente a políticos mediocres. Se defiende lo indefendible. Se ensucia con palabras innobles el campo del adversario sin reflexionar sobre las consecuencias. Y Madrid comienza a arder, un año más, aplastado por la canícula castellana reflejada sobre el asfalto inhumano, abombada por los malos humos de las personas y de los vehículos.

Leo los periódicos. Me aburro. Mejor abro un buen libro y me hidrato con el flujo nutritivo de un cerebro inteligente.

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