martes, 2 de junio de 2009

HOPPER: La quietud del retratista solitario


Esos paisajes arrasados de silencio, de humanidades ausentes; esas instantáneas poderosas en las que se rescata la soledad de una mujer, sentada en un dinner anónimo, al otro lado de la noche, me llenan de una cierta nostalgia indescriptible.

Me conmueve la calma expectante que flota en los paisajes, como una sinfonía madura, sobre los perfiles de las gasolineras sonámbulas, de las mansiones dormidas, de las montañas inhabitadas, de las cafeterías desiertas, de las esquinas silenciosas de la ciudad crepuscular...

Creo que sería capaz de caminar por esos lugares; que podría reconocerme en esas mujeres que se dejan acariciar por un rayo de sol en el desierto impersonal de una habitación de hotel. Creo que, de algún modo incomprensible, la voz del retratista solitario se ha instalado en el centro de mi alma y me acompaña para siempre allí donde dirija mis pasos, ayudándome a reinterpretar mi realidad desde la quietud de su mirada.


1 comentario:

Miguel dijo...

Hay también una soledad desgarradora, que se deja sentir en las imágenes tan lejanas y tan cercanas a la vez. Cada vez me causan más inquietud.
Saludos.