domingo, 17 de mayo de 2009

VENECIA: LOS OJOS DEL VIAJERO


Ver es un reflejo involuntario que nos ayuda a orientarnos y a reconocer los lugares por los que nos movemos. En cambio mirar, requiere de voluntad previa, de curiosidad, de un impulso que nos lleva a la observación meticulosa del lugar elegido.

Tal vez, el momento en que más dispuestos estamos a mirar es cuando viajamos, cuando ponemos todos nuestros sentidos en tensión, receptivos y expectantes para retener imágenes, olores y sabores. Y así me encuentro yo cada vez que vuelvo a Venecia, cada año (desde hace 19), que intento comprenderla y amarla, que la miro, una y otra vez, dispuesta a hacerla mía.

Ella es mucho más que canales: es rumor de mar; sabor a bacalao mantecado y a risotto; olor a silencio y humedad, a café caliente y cremoso que espanta el frío corrosivo de los largos inviernos mágicos; es la voz ahuecada y ancha de los marineros que se saludan por la calle y de los que dan el aviso de su presencia en las aguas estrechas de los canales; es la mirada verdi-azul, mestiza, de muchos ciudadanos; es la calidez de los amigos que reencuentro de nuevo una y otra vez y que me transmiten el pálpito de las mareas que siguen dominando sus vidas.

Pero también es una multitud de chimeneas diferentes; una larga historia contada a través de los brocales de pozos. Es un misterio de puertas de agua y de meandros imposibles construyendo sus calles. Y, sobre todo, es ella misma en los barrios más tranquilos que sobreviven en los márgenes de la ciudad-escaparate, intentando zafarse de la invasión de miradas mecánicas de fin de semana.

Así, con estas palabras y todo el entusiasmo del que soy capaz, me voy adentrando poco a poco en este nuevo trabajo sobre Venecia (Venecia; “Cuaderno de Viaje©”, Ediciones Buchmann- todavía en proceso de creación). En los rincones escondidos, en los encallecidos recorridos turísticos, en las dificultades físicas y médicas de la reina del Adriático...


1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya me están entrando unas ganas enormes de leerlo y aún no está terminado. Un beso, guapa
Elena