Malasanta retrata esa marginalidad junto a la que pasamos de largo cada día sin querer mirarla, fingiendo que no existe, que no nos afecta, que no forma parte de nuestras vidas.
Sin embargo, Tocornal nos obliga a fijarnos en unos personajes que, colocados bajo la lente deformante del esperpento, cuentan, sin el sobrepeso de un narrador moralizante, el terrible destino de sus días. Y sí, es un texto duro, corrosivo, que a veces lleva al lector al borde de la náusea, pero, sin duda, es una novela estupenda.
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